Victoria Chaparro Escobar (6º C)
Título: El poder de la imaginación
Es de noche y Ratonita está en silencio. De
pronto se oyen las campanadas de la pequeña iglesia tannn tann !!!, y el
silencio se convierte en un jaleo de ratoncitos que van y vienen. Unos tomando
el desayuno, otros arreglándose…, en todas las casas sucede lo mismo menos en
una.
En la habitación del pequeño Ratón Simonet las
persianas todavía están bajadas y no es porque esté dormido sino porque él no
va al colegio. Pero no os equivoquéis, no es que no le guste ir, sino es que
tiene un problema en sus patitas. Cuando el nació todo el mundo creía que no
estaba vivo porque no se movía. Y ya se iban todos muy tristes, hasta que
oyeron un gemido. Su abuelita fue corriendo y vio una pequeña carita sonriente
que le extendía sus bracitos para que lo cogiera. Fue entonces cuando
descubrieron que lo que no se movía eran solo sus patitas. ¿Pero vosotros creéis
que Ratón Simonet era un ratoncillo triste? ¡¡Pues no, os equivocáis!
Era el ratón más feliz de toda Ratonita. Cuando
todos ya estaban en sus trabajos y sus colegios, su anciano abuelito venía a
recogerlo y en curioso invento, hecho con una caja de cerillas e hilo de coser,
lo subía a su espalda y lo llevaba a un rincón secreto que él llamaba biblioteca.
Allí había montones de libros de todo tipo. Su abuelo lo dejaba allí y él era
inmensamente feliz, porque mientras leía se convertía en un caballero con su
espada que corría por una pradera persiguiendo un dragón, después era un duende
que saltaba de seta en seta detrás de una mariposa y más tarde volaba a lomos
de un Pegaso para rescatar a una princesa encantada. Entre esos libros nada
importaba que sus pequeñas patitas no funcionaran porque con su imaginación
conseguía lo imposible, correr, saltar hasta volar.
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